Aunque la historia de la literatura ha adquirido infinidad de matices, especialmente si se toma la producción de cada uno de los países, la literatura puede clasificarse a grandes rasgos en once etapas.
Clasicismo (del siglo V a.C. al V d.C.) Se produjo en la antigua Grecia y en el Imperio Romano. Se caracteriza por sentar las bases de la literatura, con perfecta armonía y equilibrio entre el fondo y la forma. Obras ejemplares: La Ilíada y La Odisea de Homero, La Eneida de Virgilio y Edipo Rey de Sófocles.
Medieval (del siglo V al XV) Se produjo en Europa, en los principales reinos. No tuvo continuidad con el clasicismo; en ella predominaron temas propios de la Edad Media, como la religión, Dios y los grandes héroes caballerescos y los reyes. Obras ejemplares: El cantar de los Nibelungos, La canción de Roldán y el Mío Cid, todos ellos anónimos, y el Libro de buen amor, del arcipestre de Hita.
Renacimiento (XV-XVI) La exaltación de la individualidad hace que surjan grandes genios en el arte —Dante, Petrarca, Bocaccio– que representaban los cánones del clasicismo y que brillan en el firmamento de las artes de manera individual sin constituir escuelas propiamente dichas. Es una lenta y profunda transformación de los valores de la cultura que se inició en Italia y se propagó por toda Europa. Surgen como cultivadores de las letras humanas en oposición a las divinas (Sagradas Escrituras y obras de los Santos Padres), que habían sido casi exclusivas de la Edad Media. Obras ejemplares: La divina comedia de Dante y El decamerón de Bocaccio.
Barroquismo (XVII) Fue una extensión del Renacimiento, que tuvo particular auge en España. Continuó la línea natural del clasicismo, aunque empezó a incluir formas literarias más complejas. Hubo dos escuelas literarias durante el barroquismo: el culteranismo y el conceptismo. El primero surgió con Luis de Góngora, con una tendencia por un arte poético refinado, rico en imágenes, metáforas, cultismos y alusiones mitológicas. El conceptismo surgió en la misma época con Francisco de Quevedo y Villegas, con la tendencia a una utilización de conceptos más profundos, alambicados y oscuridad en la prosa. Obras ejemplares: El buscón de Quevedo, Fábula de Polifemo y Galatea de Góngora y Gargantúa y Pantagruel de François Rabelais.
Neoclasicismo (XVIII) Representa una vuelta atrás a los valores clásicos grecolatinos, como reacción de los excesos del barroquismo. Esta escuela buscó imitar la serenidad, el equilibrio y la mesura del clasicismo. Surgió en Francia, y tuvo poco éxito en otras partes del mundo, aunque sí tuvo sus seguidores, principalmente en España y América. Obras ejemplares: Andrómaca de Racine, Tartufo de Moliere, El sí de las niñas de Fernández de Moratín y Rusticatio Mexicana de Rafael Landívar.
Romanticismo (XIX, primera mitad) Surge como reacción a la frialdad del neoclasicismo. En el romanticismo predomina la imaginación y el sentimiento del autor. Reivindica los valores éticos, religiosos y nacionales. En él predominan la imaginación y el sentimiento. Obras ejemplares: Werther de Goethe, Don Álvaro o la fuerza del sino del Duque de Rivas.
Realismo (XIX, segunda mitad) Movimiento artístico literario que surge en Francia y se caraterizó por su objetividad, por la introducción de escenarios y medios locales, la descripción detallada y por la introducción en la literatura del lenguaje popular y regional. Obras ejemplares: Rojo y negro de Stendhal y Crimen y castigo de Feidor Dostoievsky. Como una extensión del realismo, surgió el naturalismo, creado por Emile Zola. Se caracteriza este movimiento por un positivismo materialista, que niega la existencia de un mundo espiritual, por el pesimismo y por el cinismo que busca describir lo fue, lo desagradable y lo deforme de la realidad.
Modernismo (finales del siglo XIX y principios del XX) Está compuesto por tres tendencias: parnasianismo, simbolismo y modernismo. El parnasianismo surgió en Francia con poetas como Leconte de Lisle y Teófilo de Gautier, que buscaron la perfección del verso. El simbolismo surgió también en Francia con los poetas Verlaine y Mallarmé. Pretende explicarlo todo por medio de símbolos. Revolucionaron la métrica y cambiaron el uso de la rima por el verso libre. El modernismo surgió en América con el nicaragüense Rubén Darío, como reacción contra el romanticismo. Influyeron en él los dos movimientos anteriores. Fue renovador poético, en cuanto al ritmo acentual, la versificación irregular, la invención de nuevos metros y resurrección de otros. Obras ejemplares: Las flores del mal de Charles Baudelaire, Iluminaciones de Arthur Rimbaud, Azul de Rubén Darío y Tres novelas inmorales de Enrique Gómez Carrillo.
Vanguardismo (primera mitad del siglo XX) Es el conjunto de movimientos literarios que buscaron la transformación radical de las letras. Estos movimientos aparecieron en Europa después de la primera guerra mundial y se caracterizaron por la negación completa del pasado, afirmación de la originalidad, búsqueda de la correlación entre las bellas artes: la palabra, la línea, el color y el sonido. Generalmente los movimientos de vanguardia tienen una vida efímera. Manifiesto surrealista de André Breton, Luna Park de Luis Cardoza y Aragón, Arte poética de Vicente Huidobro.
Posvanguardismo (mediados del siglo XX) Se caracterizaron por el rechazo al optimismo idealista de las vanguardias, que evadían la realidad a través de la poesía. El pesimismo que prevaleció en todo el mundo después de la segunda guerra mundial fue su causa inmediata. En primera instancia, el posvanguardismo se vio influido por las teorías marxistas, sobre todo en incluir la realidad en el arte, lo que hizo decaer un poco la calidad literaria, aunque en posteriores creaciones, la estética literaria fue tan o más importante que el reflejo de la realidad. Obras ejemplares: Antipoesía de Nicanor Parra, Epigramas de Ernesto Cardenal.
Posmodernismo (finales del siglo XX) Es una tendencia que actualmente se está viviendo. Luego del agotamiento de los temas y de las formas que había adquirido la literatura, varios autores empezaron a experimentar con juegos lingüísticos y formas literarias no tradicionales. Por tal razón, se empiezan a incluir recursos paródicos como novelas circulares, poemas que incluyen dibujos u obras de teatro que alternan con el cine. Obras ejemplares: Lo demás es silencio de Augusto Monterroso, Rayuela de Julio Cortázar, En el nombre de la rosa de Umberto Eco o Tres tristes tigres de Guillermo Cabrera Infante.
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